Historia de la Metafísica

Parménides de Elea
Ya desde los inicios de la filosofía en Grecia, con los llamados filósofos pre-socráticos, se aprecian los intentos de entender el universo todo a partir de un principio (originario) único y universal, el αρχη (arjé).

Parménides expone su teoría con tres principios: "El ser (o el ente) es y el no-ser no es", "nada puede pasar del ser al no-ser y viceversa" y "lo mismo es el pensar que el ser" (este último se refiere a que lo que no puede ser pensado no puede existir). A partir de su afirmación básica ("el ser es, el no-ser no es") Parménides deduce que el ser es ilimitado, ya que lo único que podría limitarlo es el no-ser, pero como el no-ser no es, no puede establecer limitación alguna.

Sócrates
La filosofía de Sócrates (470/469-399 a.C.) se centra en la moral. Su pregunta fundamental es: ¿qué es el bien? Sócrates creía que si se lograba extraer el concepto del bien se podía enseñar a la gente a ser buena (como se enseña la matemáticas, por ejemplo) y se acabaría así con el mal. Estaba convencido de que la maldad es una forma de ignorancia. Desarrolló la primera técnica filosófica que se conoce: la mayéutica. 

El punto central de la filosofía de Platón (427-347 a.C.) lo constituye la Idea. Platón observó que el Logos de Sócrates era una serie de características que percibimos en los objetos (físicos o no) y están asociadas a él. Si a ese Logos lo separamos del objeto físico y le damos existencia formal, entonces se llama Idea (la palabra "Idea" la introdujo Platón). En los diálogos platónicos aparece Sócrates preguntando por lo que es justo, valeroso, bueno, etc. La respuesta a estas preguntas presupone la existencia de ideas universales cognoscibles por todos los seres humanos que se expresan en estos conceptos. Es a través de ellas que podemos captar el mundo en constante transformación.
Platón

La tradición post-platónica muchas veces entendió la teoría de las ideas de Platón, en el sentido de que habría supuesto una existencia de las ideas separada de la existencia de las cosas. Esta teoría de la duplicación de los mundos, en la Edad Media condujo a la polémica sobre los universales.

Aristóteles (384-322 a.C.) nunca usó la palabra "metafísica" en su obra conocida como Metafísica. Dicho título se atribuye al primer editor sistemático de la obra del estagirita, Andrónico de Rodas, que supuso que, por su contenido, los libros que agrupó debían ubicarse después de la "Física" y por esa razón usó el prefijo "meta" (“más allá de...” o “que sucede a...”). En su análisis del ente, Aristóteles va más allá de la materia, al estudiar las cualidades y potencialidades de lo existente para acabar hablando del Ser primero, el motor inmóvil y generador no movido de todo movimiento, que más tarde sería identificado con Dios.

Aristóteles
Para Aristóteles la metafísica es la ciencia de la esencia de los entes y de los primeros principios del ser. El ser se dice de muchas maneras y éstas reflejan la esencia del ser. En ese sentido elabora ser, independientemente de las características momentáneas, futuras y casuales. 

En la Edad Media la metafísica es considerada la “reina de las ciencias” (según Santo Tomás de Aquino). Se proponen la tarea de conciliar la tradición de la Filosofía Antigua con la doctrina religiosa (musulmana, cristiana o judía). Con base en el Neoplatonismo tardío la metafísica medieval se propone reconocer el “verdadero ser” y a Dios a partir de la razón pura.

Santo Tomás de Aquino
Los temas centrales de la metafísica medieval son la diferencia entre el ser terrenal y el ser celestial (Analogía Entis), la doctrina de los trascendentales y las pruebas de la existencia de Dios. Dios es el fundamento absoluto del mundo, del cual no se puede dudar. Se discute si Dios ha creado el mundo de la nada (creación ex nihilo) y si es posible acceder a su conocimiento a través de la razón o sólo a través de la fe. Inspirados en la teoría de la duplicación de los mundos atribuida a Platón, su Metafísica se manifiesta como una suerte de “dualismo” del “acá” y del “más allá”, de la “mera percepción sensible” y del “pensar puro como conocimiento racional”, de una “inmanencia” de la vida interior y una “trascendencia” del mundo exterior.

La Filosofía Trascendental de Kant significó un “giro copernicano” para la metafísica. Su posición frente a la metafísica es paradigmática. Le atribuye ser un discurso de “palabras huecas” sin contenido real, la acusa de representar “las alucinaciones de un vidente”, pero por otra parte recoge de ella la exigencia de universalidad. Se propone fundamentar una metafísica “que pueda presentarse como ciencia”. Para ello tiene que examinar primero, si es que la metafísica siquiera es posible.

Immanuel Kant
Para Kant las cuestiones últimas y las estructuras generales de la realidad están ligadas a la pregunta por el sujeto. A partir de este presupuesto deduce que hay que estudiar y juzgar aquello que puede ser conocido por nosotros mediante nuestra facultad de conocimiento. 

Como el conocimiento científico también depende siempre de la experiencia, el hombre no puede emitir juicios sobre cosas que no están dadas por las sensaciones (tales como “Dios”, “alma”, “universo todo”, etc.) Por ello, deduce Kant, la metafísica tradicional no es posible, porque el ser humano no dispone de la facultad de formar un concepto basándose en la experiencia sensible de lo espiritual, que es la única que permitiría la verificación de las hipótesis metafísicas. 

Desde la crítica kantiana surge el idealismo alemán, considerado por muchos la cumbre del desarrollo de los sistemas metafísicos, en lo que respecta el pensar especulativo y sistemático. Esta corriente del pensamiento, representada sobre todo por Fichte, Schelling y Hegel, considera a la realidad como un acontecimiento espiritual en el que el ser real es superado, siendo integrado en el ser ideal.

Hegel
El idealismo alemán recoge el giro trascendental de Kant, es decir que, en vez de entender la metafísica como la búsqueda de la obtención del conocimiento objetivo, se ocupa de las condiciones subjetivas de posibilidad de este conocimiento, es decir, se plantea hasta qué punto el ser humano, con base a su constitución, puede siquiera llegar a reconocer estas evidencias. Sin embargo, rechaza que el conocimiento se limite a la experiencia posible y a los meros fenómenos, y propone una superación de esta posición, volviendo a plantear postulados metafísicos que puedan reclamar validez universal: “conocimiento absoluto” como se decía desde Fichte hasta Hegel.

Al respecto, Hegel sostiene que de una identidad pura y absoluta no puede surgir o entenderse una diferencia (esa identidad sería como “la noche, en la que todas las vacas son negras”): no explicaría la realidad en toda su diversidad. Por eso “la identidad de lo absoluto” debe entenderse como que ésta desde su origen ya contiene en sí la posibilidad y la necesidad de una diferenciación. Esto quiere decir, que lo absoluto se realiza en su identidad por el plasmado y la superación de momentos no idénticos, esto es la identidad dialéctica: la “identidad de la identidad y la no-identidad”. A partir de este planteamiento, Hegel desarrolla la “Ciencia de la Lógica” considerado, tal vez, como el último gran sistema de la metafísica occidental.

Heidegger
Martin Heidegger afirma que la metafísica es "el pensamiento occidental en la totalidad de su esencia".

Martin Heidegger caracteriza el discurso metafísico por su impotencia para pensar la diferencia óntico-ontológica, es decir, la diferencia entre los entes y el ser. La metafísica refiere al ser el modelo de los entes (las cosas), pero aquél sería irreductible a éstos: los entes son, pero el ser de los entes no puede caracterizarse simplemente como éstos. El ser es pensado como ente supremo, lo que le identifica con Dios; la pulsión ontoteológica es una constante en el pensamiento occidental.

Para Heidegger la metafísica es el olvido del ser, la conciencia de este olvido debe abrir una época nueva, enfrentada a la posibilidad de expresar lo dejado al margen del pensamiento.

Nietzsche
Friedrich Nietzsche considera que Platón es el iniciador del pensamiento metafísico. Le hace responsable de la escisión en el ser que tendrá luego formas variadas pero constantes, a lo largo de la historia del pensamiento. La división entre mundo sensible y mundo inteligible, con su correlato cuerpo-alma, y la preeminencia del segundo asegurada por la teoría de las Ideas, sitúa el mundo verdadero más allá de la experiencia de los sentidos y subordina ésta a sus modelos ideales. 

La filosofía analítica también reduce la metafísica a una cuestión lingüística, pero en este caso le atribuye una total falta de sentido. La metafísica sería en todo caso un lenguaje expresivo, del tipo de la poesía, pero nunca referencial. Si hablamos del ser, no nos referimos a nada que tenga una existencia objetiva. 

Michael Foucault
El posestructuralismo (Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jacques Derrida) retoma la crítica de Nietzsche, y argumenta que lo no pensable en la metafísica es precisamente la diferencia en tanto tal. La diferencia, en el pensar metafísico, queda subordinada a los entes, entre los que se da como una relación. La pretensión de "inscribir la diferencia en el concepto" transformando éste y violentando para ello los límites del pensamiento occidental aparece ya como una pretensión que lleva a la filosofía más allá de la metafísica.

A finales del siglo XIX nace en Estados Unidos un grupo denominado El Nuevo Pensamiento. Bajo este nombre se agrupan diferentes corrientes del pensamiento metafísico aunadas por Phineas Parkhurst Quimby, a quien podemos atribuirle la creación de un conglomerado de grupos de estudio filosóficos y religiosos. Éste, más tarde influenciaría a Mary Baker Eddy y al Movimiento Unity fundado por Charles Fillmore. No obstante, quien jugaría un rol principal en la fundación de la metafísica moderna sería el médico anglo-estadounidense Emmet Fox, quien sintetizó toda esta enseñanza y la propuso como un camino de autosuperación que no estaría basado en la psicología y sí en la antigua filosofía. Realizó una encomiable labor, y prueba de ello son los libros: Alfa y Omega, El Niño de las Maravillas y los Salmos, El Nuevo Testamento, Los Diez Mandamientos y El Sermón del Monte.

Guy Ballard
El 16 de Agosto de 1930 es fundado el movimiento "Yo Soy" en Mount Shasta, California, por Guy Ballard (conocido como Godfre Ray King), un ingeniero de minas estadounidense, quien junto a su esposa Edna diagramó las líneas de esta popular doctrina. Al parecer, en su visita al Monte Shasta, de California, conoció a un excursionista que sería –nada más y nada menos- el Maestro Saint Germain en una de sus manifestaciones. Tal fue la impresión que recibió este ingeniero al mantener un diálogo con Saint Germain, que se habría producido en ese momento su despertar espiritual. El grupo que formó con su esposa, y al que luego se sumó su hijo Donald, considera que el verdadero creador del movimiento Yo Soy es el Maestro Saint Germain", quien le había solicitado su cooperación para dar inicio a las enseñanzas de la Nueva Era. 

Paralelamente, en 1946, Conny Méndez, a raíz de cierto “contacto” que tuvo a inicios de la 2ª guerra mundial, donde una misteriosa mujer le obsequió un libro de metafísica, fundó en Caracas, Venezuela, un movimiento similar denominado "Metafísica Cristiana". 

En esta experiencia, Conny percibe la "materialización" del Maestro Saint Germain y de otros Maestros de la Jerarquía Espiritual, quienes la someten a un entrenamiento de purificación y desprendimiento material que ella llamó "La quema", y le ordenan comprar el libro La Llama Violeta y poner en práctica sus enseñanzas. Tiempo después, comienza a escribir sus propios libros, que son rápidamente editados y dicta sus famosos cursos de Metafísica, que inicialmente estaban destinados a sus amigas –todas mujeres de buen nivel social- a quienes pronto titula como Maestras. Ello le generó inicialmente muchas críticas, críticas que poco a poco se han ido difuminando a medida que esta disciplina ganaba espacio entre personas humildes.